En septiembre de 2011, mientras clasificaba fragmentos de cerámica recolectados en tamices anteriores en el Proyecto de Tamizado del Monte del Templo, el arqueólogo Gal Zagdon, que estaba a cargo de la instalación de tamizado, notó un pequeño objeto de arcilla de forma irregular.
Tras una inspección más cercana, quedó claro que no se trataba de un fragmento de cerámica, sino de un pequeño trozo de arcilla con la impresión de un sello. A diferencia de los sellos de arcilla comunes (a veces llamados bullae), su parte posterior estaba perforada, lo que sugiere que era un tipo de ficha entregada con la mano al contenedor, a diferencia de un sello que estaba sujeto a un nudo que aseguraba un documento o contenedor.
La impresión del sello representa un ánfora (un tipo de jarra de vino) conocida de la segunda mitad del siglo 1 de nuestra era (justo antes de la destrucción del Segundo Templo). Alrededor de la jarra de vino aparecen seis letras griegas con nombre “Doules” (siervo). Este nombre era común en Tracia, Macedonia y las regiones del norte del Mar Negro, áreas donde los judíos se habían asentado en los períodos helenístico tardío y romano temprano.
Dos meses después del descubrimiento de la ficha griega, se encontró otra ficha muy similar en excavaciones en el canal de drenaje bajo el Arco de Robinson (debajo de la parte sur del Muro Occidental) dirigidas por Eli Shukrun y el Prof. Ronny Reich de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Esta ficha llevaba una inscripción aramea que con indicaciones abreviadas del tipo de sacrificio, el día, el mes y el nombre de la división sacerdotal de esa semana, para evitar falsificaciones. Los peregrinos que ascendían al Templo usaban la ficha para recibir sus ofrendas después del pago.
Esta práctica está atestiguada en el Tratado Shekalim (5:4) de la Mishná, la ley judía oral compilada por escrito en el siglo 3.
Es posible que la ficha en griego estuviera destinada a peregrinos de habla griega, entre los que posiblemente se incluyeran judíos de la diáspora. Significativamente, la Mishná confirma la presencia de escritura griega en el Templo, señalando en otro capítulo del Tratado Shekalim (3:2) que las cestas en la cámara del tesoro estaban marcadas con letras griegas.